domingo, 23 de enero de 2011

Entrevista a Lamarck

Me encuentro en uno de los tantos barrios pobres de la ciudad de París, en Francia. ¿La causa?, tratar de entrevistar al gran investigador llamado Lamarck. Me han informado que vive en una de las muchas casas, las cuales se observa inmediatamente que no son lujosas, al contrario: la pobreza salta en cada calle, las cuales cruzo tratando de localizar el sitio en donde me han dicho que él habita.
Después de mucho buscar y preguntar, llego; luego de explicar el motivo de mi visita, una joven me indica que regrese en otra ocasión, pues el señor Jean Baptiste se encuentra ocupado; insito en platicar con Lamarck, pero de manera atenta me invita a regresar en otra ocasión; estoy a punto de abandonar la casa, cuando del interior se escucha una voz cansada: es el propio Lamarck que pide me lleven ante él.
Lo observo, pero parece no notar mi presencia, la joven que me recibió, dice: está casi ciego, trata de no incomodarlo, Lamarck interviene: no importa, hace tanto tiempo que nadie me visita que me dará gusto platicar con alguien que se interese en mi trabajo. Ante lo cual inicio la entrevista:

1. ¿Cuál es su nombre?
Me llamo Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monet, caballero de La Marck.

2. ¿Es usted La Marck o Lamarck?
Mi título nobiliario es como caballero de La Marck, pero como ciudadano común, simplemente soy Lamarck.

3. ¿Cuándo y en dónde nació?
El 1º de agosto de 1744 en Bazantin, una pequeña aldea situada en Le Petit Picardie, Francia.

4. ¿Tuvo usted hermanos?
Fui el undécimo hijo de una familia ocupada desde muchas generaciones en el arte de guerrear.

5. ¿Cómo fue su juventud?
Por voluntad de mi padre ingresé al seminario de los jesuitas de Amiens; pero al morir él, en 1760, abandoné el seminario. Cuando tenía 17 años, me incorporé como voluntario al ejército que intentaba poner fin a la Guerra de los Siete años.

6. ¿Qué pasó ahí?
Estuve poco menos de un año, luchando de forma heroica y valiente contra el ejército alemán en Villinghausen, por lo que el 16 de julio de 1761, obtuve el grado de oficial, sin embargo por una travesura que me hizo otro oficial, quedé lesionado del cuello, por lo que tuve que ser dado de baja del ejército, lo que me obligó a trasladarme a París.

7. ¿Y en París, que hizo?
Me instalé en el barrio latino, fui empelado de un banco, periodista y músico; estudié medicina y me comencé a interesar por la botánica; leí todos los libros sobre el tema de flores y plantas e interrogaba a los viajeros sobre los vegetales desconocidos.

8. ¿Cuáles fueron los resultados de sus estudios en la botánica?
Bueno, cuando yo tenía 34 años publiqué mi primera obra: “Flore Francaise” (La Flora Francesa), este trabajo me abrió las puertas de la Academia de Ciencias, ya que propuse un nuevo método taxonómico: el método dicotómico y con esto, gané la confianza del maestro Buffon.

9. ¿Y en la Academia, que trabajos presentó?
En 1778, la memoria “Investigaciones sobre las causas de los principales hechos físicos”, pero cuya publicación se realizó hasta 1794.

10. ¿Qué otras actividades realizó?
Buffon confió en mi la dirección de una misión científica por Europa central en 1780 con el objeto de enriquecer la colección de plantas del “Jardin du Roi” (Jardín del Rey), sin embargo me acompañó el hijo del maestro Buffon al cual tuve que llevar a visitar los jardines botánicos de Holanda y Alemania entre otros, pero acabé teniendo algunos problemitas, (que no vienen al caso recordar) con ese muchachito.

11. ¿Hubo alguna consecuencia de esto?
Sí, pero afortunadamente fue buena, ya que Bufón (que seguramente conocía muy bien a su hijo) era además un elegante naturalista y me recompensó generosamente; además Luis XVI se enteró que yo era botánico y ordenó que se me nombrara custodio o guardián del herbario del Jardín del Rey; siempre estuve agradecido pero nunca me identifiqué con la monarquía.

12. ¿Algo que recuerde y desee contarme?
Bueno, al triunfo de la Revolución solicité a la Asamblea Nacional la reforma del Jardín del Rey, la cual fue aprobada el 10 de junio de 1793 por lo que gracias a mi gestión, se creo el Museo Nacional de Historia Natural, y 12 cátedras.

13. ¿Y usted impartió clases?
Así es, impartí mi primer curso el 30 de abril de 1796 y a la vez comencé a escribir mi “Filosofía Zoológica”.

14. Imagino que a partir de esa época, su vida fue tranquila, ¿verdad?
No, yo siempre fui partidario de la Revolución, y el 9 de noviembre de 1799 hubo un golpe de estado, la República cayó y se instauró una dictadura; la Universidad debería regirse bajo los preceptos de la religión católica, de la fidelidad al Emperador, a la monarquía imperial y a la dinastía napoleónica, por lo que comencé a tener algunos problemas.

15. ¿Cómo cuáles?
Bueno, Napoleón Bonaparte expresó su desprecio hacia mis trabajos, a lo que respondí manifestando mi disgusto hacia quienes tienen el poder y no lo emplean para hacer el bien.

16. Pero usted siguió trabajando en la docencia, ¿no es así?
Sí, el 11 de mayo de 1800, en mi lección inaugural del curso de zoología de los animales sin vértebras por primera vez hablé de la evolución de animales y plantas; por lo que inicié un texto llamado “El sistema de los animales sin vértebras”, por lo que a mi se debe el término de “invertebrados”.

17. ¿Dice usted que habló de la evolución?
No solo eso, en 1802, en mi obra “Investigaciones sobre la organización de los cuerpos vivientes” traté nuevos problemas como el origen de la vida; y en 1803 publiqué los dos primeros volúmenes de “Historia Natural de los Vegetales” y ya para 1809 la que considero mi gran obra maestra: “Filosofía Zoológica”.

18. ¿Qué considera usted que es lo más importante de esa obra?
Bueno, creo que fueron muchas cosas, como te he dicho, por primera vez en la historia, y en esa mi obra, aparece formulada una teoría positiva de la evolución de los seres vivos, a la vez que propongo el nombre y la creación de una nueva ciencia.

19. ¿Una nueva Ciencia?, ¿Cuál?
La Biología, la cual defino como la obra que presenta los resultados de mis estudios sobre los animales, sus caracteres generales y particulares, su organización, las causas de su desarrollo y su diversidad, y las facultades que de ellas obtienen.

20. Maestro, perdone usted mi indiscreción o tal vez mi ignorancia, pero tengo entendido que su teoría de la evolución es incorrecta y que...
Sí, sí, ya sé, este “señor”, yo diría “jovencito mal criado” de Georges Cuvier ha hecho lo indecible para desacreditarme, para que los colegas se burlen de mí y para..., bueno tu que puedes ver, te darás cuenta que vivo en el olvido, la pobreza, y ciego; pero te diré una cosa (en ese momento noto que Lamarck comienza a enojarse): ¡la “teoría incorrecta” que propongo se basa en leyes naturales, sin la intervención de “milagritos”, nada de argumentos bíblicos ni destrucciones ni catástrofes realizadas por un Dios hacia sus hijos, animales y plantas!... ¡no, no y no! ¡Caramba!
¿Hasta cuando se dará cuenta la gente que este imbécil de Cuvier está equivocado? Sabrá mucho de fósiles, pero el muy tonto no entiende que son restos de organismos antiguos, que ningún Dios ha destruido, sino que se han transformado al paso del tiempo, es decir, han evolucionado...

21. Perdón Maestro, no fue mi intención hacerlo enojar...
Sí, y seguro ahora vas a comenzar a preguntarme más de esas cosas que se me atribuyen, pero para que no pierdas tu tiempo en tonterías, de una vez te digo: nunca he dicho que los organismos tengan “un impulso hacia la perfección”, sino que la evolución transcurre de lo simple a lo complejo, sin negar que pueda haber regresiones causadas por respuestas a entornos locales; tampoco estoy en contra de Dios, ya que yo creo en Él, pues soy deísta, y como tal creo que fundó la materia y se ha abstenido de intervenir directamente mediante milagros en el curso de la evolución. ¡Ah¡ y también te digo que Treviranus y Oken han empleado al igual que yo la palabra Biología, digo, para que no pienses que me quiero apropiar el término, solo que yo lo he definido y he tratado de explicar más a fondo.

22. Maestro, le pido me disculpe, sé que las críticas de Cuvier lo han molestado mucho, no fue mi intención recordar esos ratos amargos.
Discúlpame tú a mí, te darás cuenta que no soy más que un viejo tonto, ya ves, por emplear mucho la lupa de observación he quedado ciego y le he dado el mejor argumento a mi peor enemigo de atacarme diciéndome que la mejor prueba que la función no crea al órgano está en mi propio proceso de ceguera. Sé que mi teoría tal vez no es correcta, pero sé también que “el gran Cuvier” está equivocado en más cosas que este viejo tonto...

En esos momentos la joven que me recibió interrumpe diciendo: “papá, ya es hora de que descanses”.
Me levanto y despido de Lamarck; trato de retirarme, pero ella me hace una señal para que no me vaya; espero en lo que Lamarck se aleja.
Despacio y caminando con dificultad Lamarck se retira, la joven regresa, (quien me entero se llama Cornelia y es hija de Lamarck) y dice:

Tal vez hayas escuchado cantidad de cosas en contra de mi padre pero, grábate esto: nunca antes de él, alguien había afirmado que los seres vivos cambian, que no han existido las catástrofes; que la función precede a la forma; él ha explicado de manera correcta la existencia de los fósiles, mi padre también erradicó la idea de Aristóteles y Linneo de que hay animales con y sin sangre. Además ha roto con el dogmatismo que representan el creacionismo y el fijismo, y ha sido el fundador de la zoología y paleontología de los invertebrados, además de sostener que todas las especies, incluyendo al hombre, descienden de otras especies.
Es un sistemático que ha clasificado a los vegetales, a los invertebrados; y además, separó a los insectos de los crustáceos y de los arácnidos. Y como sé que no tienes mucho tiempo, y ya para terminar, ha dicho que el funcionamiento del organismo debe ser tomado como una totalidad, como un conjunto integrado de funciones y de órganos.

Solo alcanzo a decir: disculpa mi ignorancia, nunca fue mi intención molestarlos, únicamente quise saber un poco del maestro Lamarck.

Cornelia contesta: perdóname, creo que también me exaltado, pero date cuenta a donde ha venido a dar la grandeza de mi padre que es un gran hombre y un gran maestro y todo por algunos errores, errores que no le han sido señalados a Cuvier por estar totalmente de acuerdo que la Tierra y todos los seres vivos han sido creados tal y como los conocemos hoy, y que todo permanecería igual por los siglos ¡a no ser que se produzca otro diluvio!

Me despido, y aunque un poco apenado, regreso tratando de investigar algo más sobre la obra del tan desacreditado Lamarck.

Me he enterado que Lamarck se casó y enviudó cuatro veces; que la dictadura bonapartista influyó de manera negativa en la libertad intelectual y que Lamarck publicó unos “Anuarios Meteorológicos” (1799-1810) llenos de errores, lo que le valió el descrédito oficial, que coincide con el progresivo prestigio que fue adquiriendo Cuvier.

Lamarck murió en París el 18 de diciembre de 1829, a los 85 años de edad; las críticas de Cuvier llegaron al colmo del mal gusto y a la falta de decoro, que censuró la obra del maestro, nada menos que en su funeral.

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